sábado, 29 de septiembre de 2018

XXVI Domingo del Tiempo Ordinario

     La referencia a Edad y Meldad que, pese a haberse quedado en el campamento estando en la lista de designados, recibieron el espíritu lo mismo que los demás, pone de manifiesto que la fuente de este espíritu es Dios mismo, y puede darlo a quien quiere por encima de las determinaciones humanas. En este caso, la presencia del espíritu se manifiesta en el don de profecía. Pero se trata de una participación del espíritu que poseía Moisés, por eso en ellos esta expresión profética del espíritu es transitoria, en tanto que en Moisés es permanente, y su personalidad profética no admite comparación, Dios habla con él cara a cara (Nm 12,6- 8). Por ello, el ministerio profético de ambos ancianos provoca reacciones contrapuestas, al igual que ocurre en el Evangelio con el exorcista ajeno al grupo que actúa en nombre de Jesús.
     Por un lado, Josué y Juan, pretenden salvaguardar la posición de su maestro impidiendo el ejercicio de estos carismas (profecía / exorcismo) fuera del grupo habilitado para ello. Con esta actitud contrasta la de Moisés y, por supuesto, la de Jesús. Moisés, con plena rectitud de intención, no busca la exclusividad en la posesión ni en la transmisión del espíritu. No teme competidores en su tarea. Atendiendo al bien del pueblo se alegra de que la donación del espíritu haya favorecido a otras personas, es más, lo desea para todos los israelitas (11,29). La misma postura encontramos en Jesús, para quien obrar en su nombre no es cuestión de estar dentro o fuera del grupo, sino en el estar con él, un posicionamiento que tiene como consecuencia estar dentro o fuera del Reino de Dios.
     
     Les dejamos un enlace con las lecturas y un video del Evangelio.


No hay comentarios:

Publicar un comentario