sábado, 20 de enero de 2018

III Domingo del Tiempo Ordinario.

    La proximidad del reino de Dios se comporta respecto de la consumación del tiempo como la fe en relación con la conversión. La expresión “se ha cumplido el plazo” pertenece al lenguaje profético-apocalíptico. Detrás de ella se esconde el saber de Dios que fi ja los tiempos (Dn 7,22; Ez 7,12, 9,1). Así, Dios determinó con antelación el momento de la presentación de Jesús. Con Él se lleva a cabo el cambio de los tiempos, la irrupción del período final, el reinado de Dios.
    Tal irrupción pide una decisión que comprende conversión y fe. La primera supone un cambio radical de vida que reorienta todos los ámbitos de la existencia hacia Dios. Para ello, la exigencia ineludible es la fe. 
    Creer es el acto supremo de confianza con el que el hombre justifica el Evangelio que se le anuncia y testifica como verdadera la exigencia presentada en él. Precisamente de la fe brota la petición del salmista a Dios de conocer los senderos del tiempo de divino para caminar con ellos con más lealtad aún (Sal 24,4-5). Y cuando Dios proporciona este conocimiento se vive la urgencia del momento (1Cor 7,29). Se trata de una experiencia tan poderosa que, hasta la ciudad de Nínive, descrita por el profeta Nahúm como sanguinaria y traidora (Nah 3,1), al contacto con la palabra de Dios pronunciada por Jonás se ve arrastrada instantáneamente a una nueva vida consagrada al Señor.

    Les dejamos el enlace con las lecturas y un video del Evangelio.


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