viernes, 9 de diciembre de 2016

III Domingo de Adviento: Busca

     Celebramos el III Domingo de Adviento y en nuestro itinerario comenzamos ya a vivir la alegría porque el Señor está cada vez más cerca.
Signo litúrgico de este domingo, Domingo de la Alegría, es la sustitución del color morado en los ornamentos litúrgicos, que nos invita al recogimiento y la penitencia, por el color rosado, que nos indica que la espera se hace cada vez más tensa y más alegre.
     La Palabra de Dios nos invita en esta tercera semana a vivir la alegría. Pero para poder vivir la alegría antes tenemos que descubrirla. La realidad que nos rodea nos invita más bien a la negatividad, la tristeza y el pesimismo, o a tratar de encontrar la alegría en lo superficial, en lo pasajero, en lo que no tiene importancia. Dios nos invita justo a lo contrario, a descubrir que la verdadera alegría es saber que lo necesitamos a él y a estar convencido de que él está siempre con nosotros y nunca nos deja solo. Esta es la verdadera alegría del cristiano, que debe estar presente en nuestro corazón sea cual sea el momento que estemos viviendo.
     Te proponemos, no como terapia psicológica, que también, sino como experiencia espiritual, el siguiente ejercicio: coge una hoja en blanco y divídela en tres partes a modo de tríptico, una de las partes para signos de alegría en lo persona, otra signos de alegría en mi entorno, y la tercera parte, signos de alegría en el mundo. En esta tercera semana, al final de cada día, sitúate frente a las tres velas encendidas de la corona que hayas realizado en tu casa o enciendes una vela cualquiera, serénate del ritmo del día, haz silencio y dedica unos minutos a pensar qué signos y motivos reales para la alegría hay en ti personalmente, en tu entorno y en el mundo que nos rodea, y escríbelos cada día según en la parte que corresponda. Deja la hoja junto a la corona o la vela que hayas encendido y haz lo mismo al día siguiente, así toda la semana, El próximo sábado por la tarde, apunto de entrar en la cuarta semana del Adviento, dedica un momento a revisar lo que has ido escribiendo durante la semana, te aseguramos que te llevarás una grandísima y agradable sorpresa al comprobar, que si bien es verdad que en la actualidad hay muchos motivos para la tristeza y el desánimo, son muchos más los signos para la alegría y la esperanza. Espontáneamente da gracias a Dios por todos esos signos y motivos reales para la alegría, que no son otra cosa que la señal de su presencia entre nosotros. Y si alguna de las tres listas se te ha quedado corta, eso solo es señal de que Dios te está indicando dónde te quiere para seguir sembrando alegría por medio de ti.
     María es la mujer de la alegría, ella desde la humildad de saberse necesitada de Dios, supo descubrirlo en su vida, y reconocer en su presencia la verdadera alegría. Supo llevar esa alegría a los demás y mantenerla en su corazón en todos los momentos de su vida, incluso en el dolor. A ella le pedimos que nos enseñe a ser humildes para reconocer la necesidad de Dios que hay en nosotros, y a saber descubrirlo a él como nuestra verdadera alegría. No perdamos el norte, la fuente de nuestra verdadera alegría es siempre Jesucristo, y todo lo demás es bueno, solo como medio para expresar esa alegría. María supo descubrirlo, vivirlo y compartirlo. Que ella nos enseñe a hacerlo también a nosotros.

    Les dejamos el enlace de las lecturas de este domingo y un video del Evangelio.



Oración: En las tinieblas se encendió una luz, en el desierto clamó una voz. Se anuncia la buena noticia: ¡El Señor va a llegar! Preparad sus caminos. porque ya se acerca. Adornad vuestra alma como una novia se engalana el día de su boda. Ya llega el mensajero. Juan Bautista no es la luz, sino el que nos anuncia la luz, Cuando encendemos las tres velas cada uno de nosotros quiere ser antorcha tuya para que brilles. ¡Ven, Señor, a salvarnos, envuélvenos en tu luz, caliéntanos en tu amor! Amén.

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